La historia real de Annabelle es más aterradora que la de las películas
¿La película sobre Annabelle te hizo temblar? Espera a conocer lo que pasó realmente con la muñeca diabólica.
El cine de terror ha explorado y explotado nuestros miedos, fobias y pesadillas durante años, presentando historias terribles que se nos meten en la cabeza y vuelven a asomarse justo cuando pensamos que ya las habíamos superado (como cuando te vas a dormir y de repente tienes la creencia de que un monstruo te observa desde la esquina más oscura y ya no puedes cerrar los ojos), pero las más aterradoras, las que en verdad nos afectan, son las que toman elementos del mundo real para lograr asustarnos. Lo crean o no, la historia de Annabelle es una de ellas.
Ed y Lorraine Warren son personas reales que (porque están un poco locos) decidieron dedicar su vida a lo sobrenatural, a lidiar con espíritus malignos, fantasmas, posesiones y hasta muñecos diabólicos que torturan a sus dueños y despiertan la curiosidad de quienes no tienen que vivir con ellos. Esa decisión los llevó a enfrentarse cara a cara con una muñeca de trapo maldita que se convirtió en la inspiración para la película de James Wan.
La historia de la verdadera Annabelle es más tenebrosa que la de la película. En la película de Wan, Annabella es una horrible muñeca de porcelana que se ve tan endemoniada como lo está por dentro, pero la verdadera es mucho más inocente (y no escapó del Museo de lo Oculto de los Warren en su casa de Monroe), pero no lo es.
Según los Warren, la muñeca está habitada por un «espíritu inhumano» y tuvieron que colocar la advertencia en la vitrina de no tocar debido a que acercarse demasiado puede ser letal. La leyenda dice que un visitante del museo ignoró el letrero y se burló de la muñeca, y murió en un accidente de motocicleta poco después de que le pidieran que saliera del museo.
Lorraine incluso dijo en una ocasión que, de todos los artículos en el Museo de lo Oculto, «esa muñeca es lo que más me asusta».
De acuerdo con Spera, la historia de Annabelle comienza en 1970. Ese año, una enfermera de 28 años recibió la muñeca Raggedy Ann como regalo de cumpleaños. Llevó el regalo a casa y dejó la muñeca de trapo en su cama y comenzó a notar que cambiaba de posición y nunca estaba exactamente como ella la había dejado.
Donna, la enfermera que recibió a la muñeca, y su compañera de cuarto comenzaron a encontrar papeles en el piso con mensajes que decían, «Ayúdame, ayúdanos», pero era un tipo de papel de pergamino que no tenían en la casa, y la muñeca comenzó a aparecer en diferentes habitaciones y, supuestamente, hasta parecía estar goteando sangre.
Ellas no sabían qué hacer o qué creer, pero, un día, un amigo estaba tomando una siesta y se despertó con la muñeca mirándolo, él dijo que se había despertado porque sentía que lo estaban estrangulando y, al revisarlo, encontraron que tenía heridas y marcas de arañazos por todo el cuerpo.
Las enfermeras, que no creían en lo sobrenatural, pensaron que tal vez un intruso se metía a su casa y usaba la muñeca para asustarlas, pero eventualmente descartaron esa teoría y, según el sitio web del Museo de lo Oculto, «Sin saber a dónde acudir, se pusieron en contacto con un médium y se llevó a cabo una sesión», lo que las llevó a conocer al espíritu de Annabelle Higgins, que supuestamente había sido una niña que vivió en esa propiedad antes de que se construyeran los apartamentos y murió allí mismo cuando tenía 7 años.
Supuestamente, la niña quería «quería quedarse con ellas y ser amada», pero las cosas no pararon ahí y Donna eventualmente decidió llamar a los Warren. «Llegaron a la conclusión inmediata de que la muñeca en sí no estaba poseída, sino manipulada por una presencia inhumana», según el sitio web de Warren, que continúa diciendo: «En verdad, el espíritu no buscaba permanecer unido a la muñeca, buscaba poseer un anfitrión humano».
Para evitar que eso le pasara a Donna, los Warren se llevaron a la muñeca, que no se llamaba Annabelle, y decidieron guardarla en su museo, agregando una advertencia para que los visitantes no se acerquen demasiado a ella y vuelvan a despertarla.
Por AGENCIAS