La trágica historia del hombre cuyo cuerpo se quedó atrapado en una cueva para siempre
En noviembre de 2009, John Edward Jones, de 26 años de edad, un hombre con un espíritu aventurero y amor por la exploración, partió con amigos para aventurarse en la infame Cueva Nutty Putty de Utah.
Entre sus muchos pasadizos apretados y retorcidos, John había puesto su vista en navegar por el «Canal de Nacimiento», una sección notoriamente estrecha conocida por desafiar incluso espeleólogos experimentados.
Mientras John se arrastraba más profundamente en el laberinto de piedra, sin saberlo entró en un pasadizo diferente, sin mapear, peligrosamente apretado y totalmente implacable. Creyendo que era la ruta que buscaba, avanzó hacia adelante, solo para encontrarse atascado sin esperanza. El túnel, de no más de 25 cm y apenas 46 cm de altura, lo agarró fuertemente a unos 120 metros de la entrada. Atrapado en una posición invertida, la gravedad trabajó en su contra, haciendo imposible cada intento de retirarse.
Cuando la familia de John se dio cuenta de que no había regresado, hicieron sonar la alarma, y en cuestión de horas, una operación de rescate con casi 100 personas estaba en marcha.
Los rescatistas enfrentaron los estrechos confines de la cueva, tratando de llegar a él lo antes posible. Pero el tamaño sofocante del pasadizo y la posición boca abajo de John convirtieron la misión en una carrera contra el tiempo. El ángulo de su cuerpo colocó una inmensa presión sobre su corazón, una cepa que ningún humano podría soportar por mucho tiempo.
Durante 27 horas agonizantes, los rescatistas lucharon para liberarlo, pero las probabilidades eran insuperables. En las primeras horas de la mañana, el corazón de John sucumbió a la tensión, y falleció en el mismo espacio que lo había atrapado.
La decisión se tomó de dejar a John donde cayó, ya que recuperar su cuerpo se consideró demasiado peligroso. En su memoria, la cueva quedó sellada para siempre, su entrada bloqueada con hormigón, y el paso a su alrededor se derrumbó con explosivos.
Durante 15 años, Nutty Putty Cave ha permanecido como una tumba silenciosa, un escalofriante testimonio de los riesgos de aventurarse en lo desconocido y un recordatorio de la fragilidad de la vida humana ante el poder inquebrantable de la naturaleza.
Por AGENCIAS