Mujeres al mando: la sorprendente sociedad matrilineal de Indonesia

En las tierras montañosas de Sumatra Occidental, Indonesia, vive uno de los pueblos más singulares del mundo: los Minangkabau, una sociedad donde las mujeres son el centro de la vida familiar, social y económica.
Con más de cuatro millones de personas, son la comunidad matrilineal más grande del planeta, y han sabido mantener sus tradiciones a lo largo de los siglos.
Entre los Minangkabau, la herencia se transmite de madre a hija. Las mujeres son las guardianas de la tierra, las casas, los campos de arroz, los bienes familiares. Cuando una niña nace, ya se sabe que algún día será ella quien continúe el linaje.
Las casas tradicionales, llamadas rumah gadang, pasan siempre a las mujeres, y es la madre quien organiza y guía la vida del hogar.
Sin embargo, esto no significa que los hombres sean excluidos o menospreciados. Al contrario, tienen un rol social y religioso muy importante.
Los varones suelen abandonar la casa materna al llegar a la adolescencia para emprender el merantau, una especie de viaje iniciático que les permite estudiar, trabajar y aprender en otras regiones.
Muchos se convierten en líderes religiosos, intelectuales o comerciantes. Aunque no heredan bienes, se espera que contribuyan al bienestar de la comunidad y que respeten las decisiones tomadas por las mujeres del clan.
El sistema matrilineal de los Minangkabau no es simplemente una curiosidad cultural: es una forma profunda de organizar la sociedad en base al respeto, la cooperación y el equilibrio entre géneros.
Las decisiones importantes se toman en conjunto, y la sabiduría de las madres y abuelas es altamente valorada. A diferencia de otras culturas donde la mujer está subordinada al hombre, aquí se reconoce que la mujer da la vida, cuida el hogar, y sostiene la continuidad del grupo.
Este modelo ha resistido el paso del tiempo, incluso frente a la modernización y las influencias externas. Aunque hoy muchos jóvenes estudian y trabajan en ciudades, las raíces matrilineales siguen vivas.
En un mundo que muchas veces niega el protagonismo femenino, los Minangkabau ofrecen un ejemplo poderoso de cómo una sociedad puede florecer cuando pone a la mujer en el corazón de su identidad.
Por AGENCIAS